- Eso no ha ocurrido jamás,
dijo el hombre bala mientras se preparaba para su espectáculo, ¿dónde se ha
visto un cura tan pequeño Elías?, ¿dónde?
-¿Y por qué, no?
Dijo Elías, mientras guardaba
sus cosas en su pequeña maleta tras su actuación esa noche en el circo.
-Jesús, llama a todo el
mundo a servirle y yo he escuchado su llamada.
-Pesas a penas como un niño
de seis años, y mides setenta centímetros, es como si yo la mujer barbuda me
presentara a un certamen de belleza.
-Pues yo se que para Dios
todos somos iguales,
Dijo Elías mientras se iba
desmaquillándose.
-Y a ver, ¿cómo vas a lograr
tu gran proyecto?,
Decía su hermana Cristal, que estaba en la
habitación.
Cristal media solo diez
centímetros más que su hermano, era morena y con cara de muñeca, con las
extremidades bastantes proporcionadas para su pequeña estatura.
-No sé, aún no lo tengo muy claro,
pero sé que Jesús de algún modo me ayudara, mirad:
Saco de debajo de un gran sombrero que era
casi tan alto como él, a un niño Jesús restaurado que no se sabe cómo había ido
a parar al basurero de una de las ciudades por las que ellos iban trabajando.
Debajo de todo ese
maquillaje de payaso se encontraba la estrella del circo, el payaso Ïas
Sabía cantar, bailar y hacer
reír a todo el mundo. Era pelirrojo con
muchas pecas y todavía muy joven, tenía diecinueve años pero se hacía
indispensable su actuación en el gran espectáculo del mundo.
-Esta noche voy a rezar para
que Jesús me guie, y ya veré como consigo lo
que quiero que es ser cura.
-¡Está bien! , dijo
Bartolomé el hombre que actuaba como hombre bala, haz lo que quieras yo ya te
lo he advertido. Que aquí estas seguro, pero ahí fuera te morirás de frío y de
hambre. Y no te tomarán en serio.
-Jesús siempre toma en serio
a los que lo siguen, el que no me tome en serio los hombres no me preocupa
estoy acostumbrado después de todo solo soy un humilde payaso.
-No, no eres un humilde
payaso dijo Cristal, eres la estrella del espectáculo circense de los hermanos Poveda.
-Ya, pero yo no quiero ser
la estrella del circo, yo quiero ser el último como lo fue Jesús y poder
servirle y dedicarle toda mi vida a él.
-No le insistas más dijo
Elvira la señora Barbuda, mientras se recortaba su barba para el día siguiente.
Nosotros somos su familia y si no nos escucha haya él, porque nosotros siempre
lo hemos querido tal y como es.
Por la noche ya en su
pequeña cama Elías comenzaba su oración como todas las noches,
de rodillas recitaba de esta manera:
-Ya sabes que soy pequeño de tamaño, pero eso no
me ha impedido sentirme querido y protegido por ti. Ahora quiero dedicarme en
cuerpo y alma a ti, si ese nos es tu deseo, házmelo saber.
Y a continuación rezo sus
oraciones como todos los días, y se acostó.
En la otra parte de la habitación,
en la que dormían todos los del circo, ya que Elías se negaba desde hacía
bastante tiempo en dormir en su propia habitación. Cristal rezaba desde su
pequeña cama:
-Señor ya sabes que yo no
soy como mi hermano Elías, pero él es cabezota como pocos, y también sabes que
no se puede quedar solo porque es tan pequeño que le sucedería algo. Ayúdame de
alguna forma.
Al día siguiente todos los
del circo se levantaron, y después de desayunar se dispusieron a ir a preparar
cada uno sus números. Cuándo los hermanos Sierra, fueron llamados al despacho
del director del circo, Don Bernardo.
Don Bernardo era el dueño
del pequeño circo, lo había heredado de su familia y aunque no le aportaba
grandes beneficios, si obtenía los suficientes para ir tirando y dar de comer a
todas las personas que trabajaban allí.
La puerta se abrió y
entraron los dos hermanos que se sentaron en unos taburetes muy bajitos que
tenía para ellos, mientras esperaban atentos a ver él motivo por el cual le
había llamado.
-Bien, seré muy sincero con
vosotros como sabéis ayer vino el notario para leerme el testamento de mi
difunto padre.
-En él aparecía el nombre de
vuestra madre la gran maga payasa Amelia, que aparecía que era socia de este
circo y yo no lo sabía.
-Al morir ella, mi padre
obro mal quedándose con vuestra parte, pero en el lecho de muerte, se
arrepintió y me lo confesó. Y yo la
verdad también he estado a punto de no hacerlo, pero esta noche he tenido un
sueño bastante raro, he escuchado una voz que me decía que debía deciros la
verdad.
Los pequeños hermanitos se miraron,
y después de leer lo que el dueño les había entregado, volvieron a su
habitación.
-¿Y ahora qué hacemos?,
-pues yo hermanita lo tengo claro,
el sueño ha sido obra del Señor que quiere que le sirva, y esto me llena de
orgullo y mucha felicidad.
- Hermanito vámonos, que yo también he tenido
un sueño siempre, y no he podido cumplirlo hasta ahora. Cómo ya sabes a mí siempre se me ha dado muy bien peinar a la gente,
yo quiero ser peluquera, tú podrás estudiar y yo podré poner mi propio negocio.
-¿Y qué hacemos con la gente
del circo?,
-Pues podemos vender nuestra
parte dijo Cristal que era bastante echada para adelante.
Elías junto sus pequeños
dedos y silbo, todos los del circo sabía que era la señal para tener una
reunión.
-Mi hermana y yo vamos a irnos,
acabamos de enterarnos que nuestra madre nos dejo una parte de este circo y queremos
saber si alguien de vosotros quiere comprarla.
-Vaya dijo la señora barbuda,
que ya estaba completamente vestida con su vestido rosa de lentejuelas, yo tengo un poco de dinero ahorrado me
interesaría eso de ser empresaria.
Y desde el cañón el hombre
bala también dijo que tenía algo ahorrado, juntos sumaban la cantidad que
pedían los hermanos.
Esa misma tarde y después de
firmar los papeles, y tener una comida de despedida.
Los hermanos Sierra, se
marcharon del circo sin saber muy bien lo que les esperaba.
Elías con su niño Jesús en
su pequeña maleta, y Cristal también con la suya.
Llegaron a un pueblo llamado
Pozoblanco , allí se dirigieron los dos
a un hostal llamado Barbará.
En la recepción se
encontraba una mujer con cara de ser muy simpática, que se llamaba Curry tenía
unos grandes ojos azules y era bastante gordita.
-¡Buenos tardes!, ¿En qué
puedo ayudarles?
-Queremos una habitación
para los dos, cómo usted puede ver no somos grandes así que si tuviera alguna
en la que los muebles no fueran muy
altos se lo agradecería buena señora, dijo Elías.
-Sabes lo que estoy
pensando, que voy a hacer algo mejor que daros una habitación como a las que
les doy al resto de la gente. En la planta de arriba tengo las habitaciones
para los niños, cuando vienen familias enteras. Os lo dejare al mismo precio
que a estas familias, son dieciséis mil quinientas pesetas.
-¡Perfecto!, dijo Cristal
iluminándosele el rostro, otra cosa señora ¿podría usted ya que somos tan
pequeñitos dejarnos una escalera?, es que mi hermanito y yo estamos solitos en
el pueblo.
-Sí claro, no pasa nada pero
eso sí no quiero que me llaméis Señora, ya tiene una bastante con el paso de
los años, cómo para que ahora la llamen señora.
-Esperad que os acompaño,
cogió de la mano a los chicos y los
subió por el ascensor a la vez que iba entablando una conversación para saber
algo más.
-¿Y venís para muchos días?,
-Pues en principio sí, todo
depende de cómo se desarrolle nuestros proyectos.
Ya hemos llegado esta es
vuestra habitación, la habitación 777,
-¡Es un gran número! Dijo el pequeño muchacho. Usted ¿sabe que en la biblia aparece muchas
veces este número?
-Sí por supuesto, yo colaboro
como catequista en la parroquia del pueblo, lo que ocurre es que no es muy
normal que gente tan joven sepa esas cosas.
-¿Cuántos años tenéis?, pues
Señora mi nombre es Cristina y tengo veinticinco años, aunque todo el mundo me
llama Cristal, y este es mi hermano Elías que tiene diecinueve.
-Pues mi nombre es Curry y
tengo cuarenta y ocho años y estoy para serviros todo lo que necesitéis.
-Curry ¿Sabes cuándo puedo
hablar con el sacerdote de aquí del pueblo?
- Sí, ¿Por qué?
-Es que querría comentarle
una cosa, es que me gustaría que me explicara qué tengo que estudiar para ser
sacerdote.
-Es muy curioso, ¿Y tu Cristal,
no quieres hacer algo parecido a lo de tu hermano?
-No, yo no he recibido la llamada,
yo quiero ser peluquera.
-Ayer, dejamos nuestros antiguos trabajos, como payasos en el circo. Y ahora queremos cumplir nuestros sueños de
verdad, y sobre todo no quiero dejar a mi hermano pequeño solo.
-Os tengo que dejar, a las dos y media es la comida, si queréis
podéis comer aquí eso sí va fuera del precio.
-Sí, pero antes tenemos que
ir al banco, ¿Usted sabe de alguno que este cerca?
-Hay uno cruzando la calle,
a estas horas no suele estar muy lleno dijo la señora del hostal.
-Vamos hermanito a la
habitación, que tenemos muchas cosas que hacer.
En la habitación 777, había
una cama pequeña que para ellos era casi de matrimonio. Así que los dos decidieron
que por la noche dormirían juntos, se
cambiaron de ropa y salieron al banco.
En el banco, ocurrió lo que
ya temían después de coger su número.
-El número 12 dijo la chica
del banco, doce volvió a repetir. Cuándo escucho una voz muy pequeñita, sí aquí abajo
nosotros, es que no llegamos a su mesa, pero estamos aquí.
La mujer pensando que era
una broma, se asomó y pudo ver a las personas más bajitas que ella hubiera
imaginado nunca.
-¿Qué desean?
-Pues mi hermano Elías y yo
hemos vendido la parte de un negocio que nos habían dejado y queríamos hacernos
un cuenta en su banco.
-¿y cuánto dinero es?
-No mucho la verdad, pero es
lo que había unos siete millones.
-No es demasiado es cierto, pero
no está nada mal.
-Pues os recomiendo que una
parte la pongáis en una cuenta corriente y otra a plazo fijo.
-De acuerdo, nos parece bien
-¿Dos cuentas por separado?
-No, nosotros somos familia
y a parte nos llevamos muy bien así que juntos por supuesto dijo Elías.
-En una os pondré tres
millones y medio de pesetas y en la otra el resto
-Firmar aquí
Y ahí que cogieron los
bolígrafos que eran tan altos como ellos, pero para su desgracia no podía escribir.
-Señora, nosotros en el
circo cuándo teníamos que firmar, nos daban un tapón para poner nuestra huella
dactilar.
-Así lo haremos, saco un
tapón y Elías y Cristal pusieron su diminuto dedo pulgar, primero uno y luego la otra, de esta forma pudieron
abrir su cuenta.
-Ahora, queremos una tarjeta
de crédito para cada uno y nuestra cartilla, replico Cristal,
-Es que tenemos muchas cosas
que hacer, y no nos podemos parar mucho.
Y cada uno se llevo su
cartillita y su tarjeta de crédito en el bolsillo más un poco de dinero que
habían pedido.
Volvieron al hostal y Curry
ya les había preparado el almuerzo, eran unos deliciosos guisantes con huevo
cuajado que les encanto a los dos.
Antes de comer Elías junto
sus manitas y se dispuso a rezar:
-Jesús: Cristal y yo te
damos gracias por estos alimentos que nos has puesto hoy en nuestra mesa, y te
pedimos que al alimentarnos con ellos nos ayuden a ser mejores personas y a
hacerle la vida más agradable a los que nos rodea. Por la gloria y el poder por
los siglos de los siglos, Amén repitieron los dos juntos a la vez
-Cristal, yo tengo claro que
voy a hablar con el sacerdote pero y tú ¿Cómo lo vas a averiguar para ser
peluquera?
-Mira hermanito he estado
pensando en varias cosas, y al final he decidido que voy a enterarme de cuánto
vale una maleta con el material necesario para trabajar como peluquera, si es
muy cara como no me apetece tocar mucho el dinero que nos dejo mama, cogeré y
buscare trabajo para nosotros siempre hay trabajo animando cumpleaños y cosas
de esas.
-Buena idea Cristina, pero
si me necesitas puedes contar conmigo ya sabes que todavía no he colgado el
traje de payaso.
Después de comer y volver de
nuevo a su habitación y lavarse sus dientes
poniendo la crema dentífrica en sus pequeños dedos anulares. Salieron a
la calle para ir a la Iglesia, las personas que vivían en el pueblo, los
miraban de arriba abajo y no paraban de decir cosas y cuchichear.
Llegaron a la Parroquia del
pueblo, y estaba abierta la puerta así que después de hacer la genuflexión
delante del sagrario se dispusieron los dos hermanitos a hablar con el
sacerdote.
-¡Hay Cristina! , hermanita
que nervioso estoy, dijo Elías
veras lo contento que se va a
poner el cura, cuándo se entere que yo quiero servir a Jesús, porque hay muy
pocas vocaciones lo sé porque el cura del circo el Padre Rafalín , me lo dijo.
Cristal suspiraba con
bastante incredulidad, no pensaba que ese sacerdote fuera a ponerse tan contento como pensaba Elías, pero
si le decía algo feo para eso estaba ella para defenderlo.
Con mucho esfuerzo entre los
dos empujaron la puerta de la sacristía y miraron salón por salón buscando al
sacerdote.
Cuándo escucharon un poco de
ruido, y una luz que venía de una habitación, llamaron a la puerta.
-Adelante, dijo una voz joven,
¿Qué desean?
-¿Quiero Padre ir al
seminario?
El Padre Santiago, que
estaba poniendo unos papeles en orden sólo escucho una voz muy fina, cuándo
levanto su cabeza y los vio se frotó los
ojos al menos tres veces.
-¡Dios mío!, ¿que sois?
-Tomo la palabra Cristal,
pues somos dos cristianos católicos, Padre mi nombre es Cristina y tengo
veinticinco años, y este es mi hermano Elías que tiene diecinueve y quiere ser sacerdote.
Después de reponerse del
susto inicial, el Padre Santiago, les ofreció asiento.
-Huy esas sillas son muy altas, mejor nos sentaremos en el suelo,
hemos traído nuestra toalla para no mancharnos.
Y de su bolso sacó una toalla, y se sentaron en el suelo.
-¿Y eso de que quieres ser
sacerdote?
-Pues sí, estoy seguro no
hay nada mejor que servir a Jesús
-Ya sé que soy pequeñito,
pero tengo muy claro que eso es lo que quiero hacer.
Mientras le contaba esto,
del bolso de Cristal sacó unos papeles.
-Como puede ver en estos papeles,
estoy bautizado, he hecho la comunión y además me confirme el año pasado.
-Y en la otra hoja, que ve
debajo pone que he estudiado y tengo el bachillerato completo de humanidades
con muy buenas notas. Y la selectividad
con muy buena nota con siete y medio de humanística.
-Así que ahora quiero ir al
seminario, después de que Elías terminara de hablar
continúo su hermana.
-No sé lo que valen esos estudios,
pero si hace falta no me importa ponerme a trabajar para que mi hermano los
pueda hacer.
-Vaya, sí que lo tenéis
claro
-Seré muy sincero, eres muy
muy pequeño, ¿Cómo podrás celebrar la Eucaristía?
-Ya sé que mi tamaño es
pequeño Padre, no hace falta que usted me diga nada, porque al igual que lo veo
yo todas la mañanas, lo sabe el Señor que me ha llamado para pastorear su
rebaño. Y además Zaqueo era muy bajito y se subió encima de un árbol para poder
ver a Jesús, y el Rey David tampoco era muy alto y pese a ello venció a Goliat.
-Te veo seguro, mira vamos a
hacer una cosa tu caso es algo inaudito, el miércoles viene el obispo de
Córdoba, Don Francisco Javier, para la celebración de la Confirmación en esta iglesia,
será a las ocho y media de la tarde. Sí vinierais podríais exponer tu caso ,
para ver su opinión.
-No faltaremos se lo
aseguro, le dijo Cristal.
-Ahora tengo que averiguar
lo de mi maleta de peluquería hermanito, he visto a la vuelta de la esquina un
sitio que dice que suministra material a
las peluquerías.
Dicho y echó llegaron a la
tienda y en media hora habían comprado una gran maleta para ser una buena
peluquera, con sus tijeras, peine, y varios productos. Maleta que le regalo Elías,
porque el también tenía dinero de sus actuaciones.
Y se volvieron al hostal,
donde Curry los esperaba, para presentárselos a sus amigos catequistas de la
Parroquia.
-¡Mirad que chicos más guapos
tengo de inquilinos!, tenemos que
ayudarlos entre todos porque tienen un poco de dificultad por su tamaño,
Su casera, los puso a los
dos sentados en una silla, y después se
dispuso a presentarles a todos sus amigos.
Curry era realmente una
buena persona, divertida, alegre y no paraba de sacar a bailar a los pequeños
hermanos.
Cristal se ofreció como
peluquera, y les dejo su número de teléfono a todos los allí presentes.
Elías decidió regalarle una de sus actuaciones
cantando, como lo hacía en el circo.
Y luego cuando terminaron
todo se fueron, los dos jóvenes eran muy felices. La chica tenía ya dos clientas para cortarle
el pelo, ¡por fin ganaría dinero como peluquera!
-Cristal, no sé que ponerme
el miércoles, cuando venga el obispo debo de causarle buena impresión para que
me escuche y me permita estudiar en el seminario.
-No te preocupes, si hace
falta mañana compraremos un poco de tela y yo me pondré y te coseré algo, verás
como todo se arreglara pronto.
Antes de mentarse en la
cama, fue a donde estaba el niño Jesús.
-Jesús, gracias por el día
de hoy, estoy preocupado por lo que pueda pasar el miércoles, porque no hay
cosa que desee más que servirte y servir a los demás. Esta tarde cuándo he
entrado en tu templo, me he dado cuenta de mis limitaciones físicas, y las de
mi hermana, por favor ayúdanos a los dos. Amén
Al día siguiente, bajaron al
desayuno se escuchaba cantar a Curry y
había un olor muy bueno a café recién hecho.
-¿Cómo se han levantado hoy
mis niños?, pues muy bien
-¿Y tú?
-Pues yo estoy regular con
la ciática, pero por lo demás bien
-Sí, te podemos ayudar en
algo dínoslo, le dijo Elías
-Gracias, pero de momento no
necesito mucha ayuda. Por cierto me dijo el Padre que el miércoles viene el
Obispo y qué vais a hablar con él.
-Sí es verdad, pero hay algo
que no se me quita de la cabeza lo de ir arreglado, no me he traído nada tan
especial.
-Espera tengo una gran idea,
tengo un traje muy bonito, que es una chaqueta azul marina y pantalón de niño que
iba de paje a una boda que era muy pequeñito y de una niña también.
Y se los enseño, eran
realmente bonitos, estaban todavía en su bolsita porque los novios se habían
peleado y no se habían casado al final.
Se los probaron y les
quedaban como un guante, como también tenían sus zapatos a juego estaban para
comérselos.
Curry también se arreglo,
para ir a la Eucaristía llevaba un vestido azul celeste muy brillante y unos
zapatos que le encantaron a Cristal.
Cristal la peino subiendo a
la escalera, Curry se miro al espejo y vio que estaba muy bien peinada. Las señora que querían que las peinara,
vinieron al hostal y ella las peino de igual modo desde la escalera.
Ya cuándo llego la hora de
asistir a la misa, los dos se fueron cogidos de la mano de Curry.
En el momento de la comunión
cuándo les toco el turno y Elías y Cristal pusieron sus manitas la derecha
abajo y la izquierda arriba y les pusieron la sagrada forma, esta ocupaba toda
la mano.
El obispo se preguntaba
quien eran esas personas tan pequeñitas que sabían contestar también en la
Eucaristía, y que hacían con Curry.
-Termino la Eucaristía,
cuando el Padre Santiago los llamo y les expuso el caso singular de Elías al
Obispo.
-Elías, vaya si que eres
pequeñito, si señor y ya veo que tu hermana te quiere mucho.
-Mira te voy a decir lo que
va a pasar y si aún lo aceptas te dejare ir al seminario, vas a sufrir muchas
burlas por tu tamaño, si a un cura normal no se nos toma en cuenta a ti el
triple. Será un camino más doloroso incluso que para el resto. Y además ¿serías
capaz de dejar a tu hermana sola?
-Mi hermana se vendra
conmigo, no sé cómo se arreglara pero se vendrá conmigo.
-Y si ya he pensado en las burlas,
le diré que sí, que probablemente sean peores de lo que yo pienso también lo
sé, pero hay tengo mi fe me aferrare a ella como lo he hecho hasta ahora.
-Está bien, la semana que
viene podrás estudiar en el seminario de Córdoba, y tu hermana si no le importa
me gustaría que se viniera a vivir al
Obispado conmigo, ya sé que no es lo más común, pero esta situación no
se da todos los días.
A la mañana siguiente los
dos hicieron las maletas, y se fueron un poco tristes por tener que dejar a Curry,
pero había que intentarlo.
Cristal se fue a vivir a
casa de la hermana del Obispo, que la recibió muy bien además era peluquera y
las dos se pusieron a trabajar juntas.
Elías se fue, y estuvo en el
seminario nueve años, Cristina su hermana bajaba todos los días que podía a
verlo. Pasado ese tiempo la chica consiguió reunir el dinero suficiente
para dar una entrada para comprarse un
pequeño apartamento.
Ya ordenado, fue destinado a
una pequeña Parroquia, de la ciudad que se había quedado sin sacerdote ya que
el que estaba antes había fallecido.
Cuando llego, vestido con su
pequeña alba de sacerdote no se podía creer donde había llegado, era
completamente feliz, ya había cumplido los veintiocho años de edad.
-¡Jesús que grande eres!,
decía Elías mientras juntaba de nuevos sus manitas que seguían siendo tan
diminutas como siempre, aquí me tienes a tus pies, hoy me estreno como pastor
de tu rebaño.
Y subió con mucho esfuerzo
los escalones para ir al altar, pero no le importaba, todo era poco para servir
al Señor.
Eran las ocho y media de la
tarde, y se disponía a celebrar su primera Eucaristía, en la Parroquia. Cuándo
salió a celebrarla la Iglesia estaba llena de todos sus amigos del circo, la
mujer barbuda, el hombre bala, el director y Curry que se había puesto sus
mejores galas para asistir a su primera misa.
Habían venido medios de
comunicación de todo el mundo, para conocer al chico menudito que no se había
resignado a ser solo un payaso. A todos ellos los había llamado su querida
hermana Cristal, que estaba ahí tan feliz como siempre, con sus
compañeros del circo. Y que además había
conseguido montar su propio negocio de peluquería, con otras dos socias.
Cuando llego el momento del
sermón, hablo de la similitud de su historia con el pequeño Zaqueo,
-¿Qué hubiera sido de Zaqueo
si él solo sé hubiera preocupado de lo que le decían, si él hubiera hecho caso
y no sé hubiera subido al árbol para ver
a Jesús? Hermanos yo también era como Zaqueo, no lo digo por el tamaño, si no
porque era un hombre cobarde y sin valentía. Hasta que descubría a Jesús en mi
corazón.
El momento más feliz para él
fue el momento de la consagración,
cuando alzo la hostia ya consagrada que lo tapaba y no permitía a casi nadie
verlo.
Luego cuando tuvo que dar la comunión, todos sin
excepción comulgaron, aquellos compañeros que pensaron que no lo conseguirían,
pero eso en estos momentos daba igual. Lo importante es que se habían
desplazado para estar ahí con él.
Y así pasaron los años, y el Padre Elías se hizo famoso por su bondad
y por mediar ante todos los conflicto.
Su fama traspaso fronteras y fue elegido el Obispo más joven de la Iglesia
Católica, y luego fue nombrado Arzobispo, hasta que cuando cumplió los
cincuenta y ocho años llegó a ser
nombrado Cardenal.
Los periódicos Italianos de la región de Millán, dónde fue de
visita decían, nadie con tan poco llego tan lejos, a lo que el corregía nadie
con tan poco recibió tanto.
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