jueves, 4 de julio de 2013

Segundo capítulo de la construcción del nuevo mundo ( La estirpe de los Larco)


CAPITULO II

DORIO

 

Azucena es la hermana Bohemia de Dorio, es pelirroja y con el pelo rizado, se ha casado dos veces y las dos ha sido con un ser no llamise, la primera vez fue con un gnomo muy bajito, y la segunda fue con un ser humano muy guapo según ella. Otra en el lugar de Azucena estaría escondida, ya que los seres humanos en ese tiempo ya estaban empezando a estar muy mal vistos, pero esta familia es muy peculiar, lo que se pueda decir de ellos les entra por un oído y les sale por el otro.

-No, mejor a tu hijo. Es verdad que está un poco loco, pero es lo que necesitamos en estos momentos.

Dorio era el hijo loco de nuestro profesor de ética en la magia. Es un ser raro y diferente al resto de los seres que me he encontrado en el peregrinar de mi vida, es un maniático del orden, y le molesta mucho que los seres se prejuzguen los unos a los otros sin antes conocerse. El trabajó, durante muchos años con los científicos del mundo humano. Era metódico en su trabajo, solo se alimentaba de verdura y fruta y  por esto se gano el sobrenombre de Vegetal viviente, por sus compañeros humanos del  trabajo.

- Esta bien, no hay más que hablar, yo le diré que venga cuánto antes, a propósito antes de irme será mejor que salgáis ya ha llegado vuestra amiga. Dijo el padre de Dorio

Margaríta al no tener magia, se había pasado todo el viaje montando a caballo. Venia exhausta y , se quitó su gorro mientras su larga melena de colores llegaba hasta el  suelo de las baldosas rosas del palacio.

-         ¡Hola amiga!, ¿cómo estás?

-         Con muchas ganas de verte. Dame un abrazo, y  vamos para adentro que tenemos mucho que hacer y así podrás ver al rey.

-         ¡Perfecto! dijo Margarita muy contenta.

Ya dentro, en la otra entrada estaba el rey, que había hecho llamar a todos los ciudadanos para que fueran a vivir a Palacio, ya que se había dado cuenta de que no eran demasiados, y más  valía tenerlos cerca que lejos y de ese modo poder ayudarlos.

-         ¡Margarita!. ¡qué alegría!, me dijeron que costó mucho que las palomas mensajeras te encontraran. Dijo el rey Paz

-         Sí, costó bastante, pero bueno no pasa nada no hay que mirar atrás. Contesto casi sin aliento Margarita.

-         Tenemos que hablar los tres, vayamos a la sala del té. Dijo Concordia.

La sala de té es de las pocas salas que ya está totalmente reconstruida. A las criaturas mágicas le cuesta mucho trabajar ya que están acostumbradas a hacerlo siempre con su magia, con sus varitas, con sus polvos mágicos.

-         Margarita, te he mandado llamar porque Concordia y yo  queremos que seas  Primer ministro del nuevo mundo.

-         ¿Sí?, ¡vaya!, gracias por el ofrecimiento,  lo acepto encantada.

-         Gracias, muchas gracias, la reina está muy contenta y yo más aun.

-         Cómo puedes ver no tenemos magia, todo lo tenemos que hacer como si fuéramos humanos y no llamises. Dijo la reina

-         No os preocupéis. Hay que encontrar yacimientos de magia. Hablare con Igor el  Trol, y el encabezara la búsqueda.

-         ¡Eres la mejor!

-         No, ¡somos los mejores! .Todo esto va a salir bien,

ya verás. Cuando queramos darnos cuenta todo se habrá arreglado, y esto solo se estudiara en los libros de la biblioteca. Comento muy segura Margarita.

Yo comencé a llorar  estaba muy preocupada  por mis  ciudadanos. Sin magia eran como seres humanos torpes,  esperaba que mi gran amiga lo arreglara todo como siempre.

-¿Pero por qué lloras? Pregunto Margarita mientras la mirada con ojos de benevolencia.

-Es que estoy agobiada, como ya sabes, sin magia, somos como si fuéramos. Bueno tú ya me has entendido. Dijo la reina mientras se secaba las lágrimas con un pañuelo fabricado de tela de planta danzarina.

- Ten fe. Si hay una cosa que he aprendido de los humanos todos estos años, es que sin magia se pueden hacer cosas maravillosas. Después de todo somos unos llamises femeninos y masculinos muy inteligentes.

- Sí, la verdad es que sí, jeje. Hablando de inteligencia… Por ahí viene Dorio.

- ¿Qué hace aquí Dorio?, pregunto alarmada Margarita.

- Le  he mandado llamar, Margarita. Cómo sabes, el tiene sueños proféticos, y es un excelente científico y su hermana también, tal vez nos pueda ayudar. Dijo Concordia.

Margarita no soportaba a Dorio. Para ella era el típico loco que no tenía ningún tipo de escrúpulo por no importarle trabajar con los seres mortales, a esos a quien se les llama seres humanos.

- Tú  mandas, Contesto el brujo morado.

- Yo voy a llamar a Igor para que venga, saldré a buscarlo, creo que  me dijo que se pasaría por tu palacio para saludaros. Dijo de forma muy diligente Margarita.

Igor, era un Trol leñador. Era guapo, con buen porte, no tenía la piel excesivamente verde, ni su nariz era tan roja como las de los otro trols, ni olía tan mal. Y le encantaba la ópera, tenía una voz increíble. Si hubiera vivido en el mundo de los humanos hubiera llegado a ser una celebridad de la lírica. Sólo permaneció un año en la escuela de su tío, ya que nunca fue demasiado buen estudiante. El tenia un encanto especial, que te envolvía y te hacía sentir segura a su lado siempre.

-         Igor, ven, que necesito hablar contigo. Dijo Margarita mientras miraba para ver la hora en su anillo de forma de margarita que tenía en el dedo corazón.

-         Tú dirás, bella brujita Margarita. Contesto con una gran sonrisa el gigante Trol.

-         Mira , quiero, que reúnas a diez  criaturas mágicas, y que os vayáis al bosque del Abedul, y que miréis en todos los sitios. Tenéis que encontrar pequeñas bolsitas de magia y traerlas todas, son unas treinta. Margarita le dijo esto mientras le entregaba  un pequeño manuscrito de color verde , en el que aparecía el recorrido que tendría que realizar para llegar hasta al bosque.

-         No te preocupes que lo haré. Podrás confiar en mí. Dijo mientras miraba a los ojos negros  fijamente de Margarita.

En ese momento se escucho un golpe seco. Alguien se había caído.  Al mirar quien era pudieron ver que era Dorio, el brujo de pelo morado , que era famoso por ser patoso y se había caído al pisar una rosa azul de la familia de las celestinas.

-          Vaya casi había olvidado que por ahí venia Dorio, pero es que cuando me pongo a  hablar contigo siempre se me pasa el tiempo volando. Dijo sonriendo Margarita

-         ¡Qué dolor!, no  termino de enterarme como es esto  de montar a caballo, tengo el  trasero bien dolorido. Dijo el joven brujo mientras intentaba levantarse  del suelo.

-         Yo también me alegro de verte, Dorio no te quejes y ven que los reyes te están esperando y tenemos que hacer muchas cosas. Margarita lo ayudo extendiendo su mano , para ayudar a que se levantara del suelo, que estaba lleno de barro azul.

Ya en la sala, nosotros le explicamos el gran problema al que nos enfrentábamos, y que tenía que guardar silencio para no asustar a la población.

-         Lo primero que necesito es una tiza, dijo Margarita ¿Quién tiene una tiza?

Dorio, se sacó de debajo de su sombrero negro puntiagudo, una caja de tizas de colores.

Margarita hizo un cuadrado en el suelo del salón,  mientras les  explicó los pasos que tenían  que seguir para que su plan tuviera éxito.

-         Mirad, nosotros estamos aquí. Igor tardara unos cinco días humanos en llegar ahí, y calculo que treinta  en regresar.  Mientras tendremos que construir artilugios para sobrevivir. Margarita decía esto mientras se limpiaba las manos de tiza con un pequeño pañuelo de color rosa que llevaba guardado en el bolsillo  derecho.

 

-         Lo primero es hacer una lista con los nombres de todos los ciudadanos, su edad, lo que saben hacer, sin magia por supuesto. Esto aunque ahora no lo parezca, nos ahorrará mucho tiempo.

Dorio, ve al salón y haz la lista. Yo me quedare aquí dando indicaciones a los reyes, que también necesito que me ayuden ellos. Margarita hizo el gesto de invitar a los dos reyes a sentarse en unas sillas de  color cobre que tenía en la sala ,

-         ¿Os acordáis de la sirenita Claudia?, Preguntó Margarita

-         Sí, claro fue nuestra maestra de natación, ¿por qué lo preguntas? , pregunto con curiosidad Concordia.

-         Ahí, tienen algas y pescado. Podremos hablar con ella, para que forme una expedición y que nos ayude a traer alimentos a la superficie. Dijo Margarita mientras le estregaba la carta de la sirena en la que se ofrecía para lo que fuera necesario.

-         De la fruta se puede encargar el gnomo Nicolás,  subiré ahora mismo a la sala y se lo comentare. Dijo Margarita

-         Tú, Paz debes buscar telas, y coser por lo menos varias túnicas. Yo te ayudare, y entre los dos lo haremos.

Tienen que estar vestidos. No te supondrá un gran esfuerzo, somos bastante pocos. Y además si mal no recuerdo tu madre era una llamise costurera famosa en la región.

Comenzaron a trabajar todos cada uno con lo que le había pedido Margarita.

Claudia, le entrego dos bolsas de polvos mágicos, que estaban en su mundo submarino.

Mientras en el bosque Igor  no paraba de ir mirando madriguera por madriguera y cueva por cueva , buscando los yacimientos de magia que le había pedido Margarita.

-         Aquí no hay nada, es la quinta vez que lo miramos todo, dijo Lauro el hechizado.

Los hechizados, como su nombre indica, son criaturas que suelen estar bajo el influjo de un hechizo, bien por fruto de una venganza o por un castigo.

Lauro era del último grupo. Era un medio oso de cuello para arriba, y de cuello para abajo era un simple llamise.

Después de quince días  humanos, en palacio, Dorio fue a hablar con Margarita para comentarle que  tenía que contarle algo de gran trascendencia para el mundo de la felicidad completa.

-         Margarita, perdona que te moleste, pero necesito comentarte algo. Dijo muy contento Dorio

-         Pues tú dirás, dijo en tono despreciativo. Margarita

-         No sé si sabes que yo estuve durante muchos años trabajando con los humanos y que aparte yo soy un buen matemático.  Durante todo este tiempo realice unos descubrimientos que son importantísimos. Si me permitieras, podría ayudarte mucho para que estemos bastante mejor que antes.  Le dijo Dorio

-         ¿Mejor que antes?. Tu bien sabes que eso es imposible. No tenemos magia y me da la sensación por el tiempo que está tardando Igor  que tampoco la volveremos a tener. Contesto ásperamente Margarita.

-         ¿Y si te dijera que podemos hacer todo casi todo lo que hacíamos antes, sin utilizar magia?. ¿Qué me dirías?, pregunto Dorio sin apartar sus ojos morados de los de Margarita.

-         Pues que ¿a qué esperas para contármelo?, pregunto Margarita.

Al brujo Dorio se le iluminaron los ojos color morado. Había estado trabajando mucho tiempo. Era un matemático chiflado que tenía ideas poco ortodoxas  y había sido llamado por la Reina Ana Teresa, para formar parte de su equipo de trabajo, cuando se unificaron los dos mundos.

-         Mira,  he descubierto que nosotros, al igual que los seres humanos, no aprovechamos nuestro potencial mental. Hay hemisferios del cerebro que no utilizamos, ellos solo tienen dos, nosotros tenemos tres, el derecho, el izquierdo y el central. Le dijo esto mientras saco un artilugio que parecía un casco con muchos cables.

-         Me he pasado todo este tiempo estudiando, el modo de activar la parte central de nuestro cerebro.

-         Puedo decir sin temor a ruborizarme, que lo he logrado. Dijo Dorio mientras se colocaba en la cabeza el curioso aparato.

-         ¿Y qué significa eso? Pregunto con mucha intriga Margarita.

-         ¡Que he averiguado como podemos mover las cosas con nuestra mente, y atravesar muros, volar! Dijo Dorio

-         ¡Es fantástico!. ¡Que contentos se van a poner los reyes!.  Margarita estaba tan contenta por lo que acababa de escuchar que no dudo en besar en los labios a Dorio.

En ese momento se pusieron los dos colorados y sintiendo una sensación extraña fueron a hablar con los reyes. Dorio demostró que era cierto lo que estaba diciendo. Podía atravesar muros, volar, mover cosas con la mente…

En ese momento apareció Igor, que sólo había encontrado cinco bolsas de polvos mágicos.

-         ¡Esto es poquísimo!, dijo con preocupación el  Rey Paz

-         Con esto no tenemos para nada,  ¿Qué vamos a hacer ahora? Pregunto muy triste la reina.

Margarita miro la lista que le había pedido a Dorio. En esa lista venía todo lo que eran capaces de hacer los ciudadanos sin magia. Había uno de ellos que se llamaba Tobit, que era capaz de rastrear por el olor cualquier objeto que se le enseñara.

-         Mandad llamar a Tobit. Si es cierto lo que estoy leyendo podemos seguir intentándolo. Dijo Margarita

-         También te aconsejo una cosa, si no te molesta mucho que yo te de un consejo dijo Dorio.

-         Dime lo que quieras. Esta vez su tono había pasado del  desprecio, a una gran  admiración.

-         Está bien que busques yacimientos y todo eso, pero también podríamos clonar las bolsas.

-         ¿Podrías hacerlo? . Si es que sí, voy a terminar enamorándome de ti. Le dijo pícaramente Margarita.

-         La verdad, es que todavía no lo he intentado, si vienes a mi casa te enseñare allí tengo mis inventos, los hago con mi hermana Amapola.

-         Vaya ¿me estas pidiendo una cita?, no soy una llamise fácil de convencer. Pero podría hacer una excepción e ir a tu estudio, allí hablaremos de esto, hace,  más de quince días que no salgo del palacio, aunque soy muy feliz con los reyes, debería ir buscándome otras distracciones.

-          

Margarita le guiñó un ojo a Dorio. Cada segundo que pasaba le gustaba más. No era excesivamente atractivo.  Era muy delgado y tenía un olor extraño a tubo de ensayo de laboratorio.

 

-         Ven a mi casa a las cinco. Es fácil de encontrarla. Sólo tienes que salir de palacio, y cruzar la calle. Es la casa con forma de bota.

-         Está bien, allí estaré. Le respondió con una sonrisa enorme Margarita.

Mientras Igor esperaba a  que Tobit fuera con él al bosque, entre los dos buscarían a ver si esta vez tenían más suerte, y podrían encontrar por fin los  yacimientos de magia.

 

Como era de esperar, Tobit llegó al bosque, y después de oler un poco el polvo de  magia y que estornudara pudo decirle los sitios exactos donde estaban los yacimientos sin ningún problema.  

 

Sonó el timbre de la puerta. Era Margarita, traía una escoba como símbolo para entregárselo a los anfitriones.

 

En mi mundo es muy normal entregar una escoba y  aunque las que tenemos ahora no vuelan, es lo que solemos hacer. Cuántas más escobas tengas en tu casa como regalo de tus invitados, más orgullo puede sentir un llamise.

 

-Mira te voy a presentar a mi hermana gemela Azucena. Ella es Margarita. Le dijo  Dorio  con gran orgullo.

 

Azucena sonriendo le extendió la mano para saludarla. Al pasar tanto tiempo con los humanos, los dos hermanos Carrol  parecían de todo menos llamises.

 

-         Yo también me alegro de conocerte. He escuchado mucho hablar de tí y de tus inventos. Tu hermano me ha confesado hasta donde podéis llegar. Contesto Margarita mientras le entregaba la escoba que les  había traído.

-          Gracias, no tenías que haberte molestado.  Le contestó mientras colocaba la escoba junto a la otras que tenía en un baúl muy bonito de terciopelo rojo. Mi hermanito es demasiado modesto.  Los dos somos inventores. Siéntate le indico la hermana Carrol.

-         ¿quieres comer algo?, le pregunto Dorio

-         Una ensalada de fruta, la comida en Palacio me está matando poco a poco. Dijo Margarita mientras se tocaba la tripa con tono jocoso.

-         ¿Cómo lleváis las labores de reconstrucción? Preguntó Azucena mientras pinchaba con un tenedor un trozo de Lispi, una fruta que crece en el mundo mágico y que es mitad limón y mitad naranja.

-         Lentas, pero mejor de lo que yo me esperaba,  la verdad. El palacio esta ya totalmente reconstruido, y más bonito incluso que antes, Ahora estamos con las casas de los habitantes más mayores, para que poco  a poco puedan volver a ellas. 

-         ¡qué rica está  la fresa!, ¿Dónde la habéis conseguido? Exclamo entusiasmada Margarita.

-         Nosotros cultivamos nuestra propia comida. Ya lo hacíamos con los humanos. Le explico Dorio muy feliz.

-         Espero que luego me lo mostréis. Siempre es bueno saber estas cosas. Dijo Margarita mientras pinchaba un trozo de ensalada y se la metía en la boca.

-         Quería preguntaros una cosa, ¿Es verdad que podéis clonar los polvos mágicos?, preguntó con mucha curiosidad Margarita.

-         Sí. Es una de las cosas más fáciles de hacer. Puedo copiarlos y serán exactamente igual. Le dijo Dorio mientras le cogía una de las manos a Margarita.

-         ¿Cómo es posible? Pregunto muy extrañada Margarita.

-         Fácil. Como tú sabes los polvos vienen de la planta bondad, que se cultivaba en la gran villa de la vida. Nosotros , antes de que estallara las revueltas, cogimos muestras de varias plantas. Entre ellas de la que te estoy hablando. La tengo en mi laboratorio junto con las otras. Contesto Dorio

-         Sólo hay que conocer el NIP, el número de identificación de la planta y puede copiarse perfectamente. Nosotros lo hacemos mejor que los seres humanos. Le dijo Azucena Mandarina mientras soltaba su rizada media melena de color rojo.

-         ¿Cuánto tiempo tardaríais en hacerlos?, preguntó una acelerada Margarita.

-         Eso es otra cosa, dijo Dorio, tardaremos al menos cuatro meses.

-         ¡Eso es mucho tiempo!. Exclamo con decepción mientras se le borraba la ilusión de sus ojos.

-         No te preocupes, y tomate ya la ensalada. Le indico la hermanan de Dorio.

-Y el zumo este de limón y mandarina, ¡esta buenísimo! , dijo Margarita mientras saboreaba la deliciosa bebida.

 

De repente, se miraron los dos hermanos, con cara de llamises pequeños, como si  ocultaran algo mucho más interesante que todo lo que estaban contando.

 

-         ¿Se lo contamos ya? . Es que no aguanto más con este secreto. Le dijo Dorio a su hermana.

-         ¡Me quiero enterar!, ¡contármelo!, mientras  Margarita juntaba sus manos con gesto de implorar clemencia.

-         Ven con nosotros y tú misma lo verás con tus propios ojos. Le dijo Dorio.

 

Abrieron una puerta de la casa que tenía dos cerraduras. La primera la abrió Amapola  y la segunda la abrió Dorio con una llave que tenía puesta en una  cadena de metal en el cuello.

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